Dice
Xabi Alonso que los ojos le empezaron a hacer chiribitas cuando
Roberto Olabe le anunció que
David Silva iba a fichar por la Real. Lo que le pasó al hoy entrenador del Bayer Leverkusen, seguramente, le sucedió a la inmensa mayoría de la afición txuri urdin, de bajón por aquel entonces por la salida de
Martin Odegaard destino Madrid por el capricho de un
Zinedine Zidane que, visto lo que sucedió con posterioridad, no confiaba para nada en el noruego, que como txuri urdin vivió sus mejores momentos como futbolista antes de consagrarse en el Arsenal. Silva, al igual que el noruego, también encontró su sitio en Donostia, aunque en este caso había muchas menos dudas.
Xabi Alonso no las tenía, al igual que la dirección deportiva de la entidad blanquiazul, que no tiene una papeleta sencilla en estos momentos. Todo lo contrario. Es imposible encontrar un sustituto a
David Silva. No lo hay. Pero su misión es traer un futbolista que pueda ejercer de
David Silva. Y a otro que se encargue de marcar los goles de
Alexander Sorloth, que la temporada que viene vendrá a Anoeta de amarillo. Tampoco lo va a tener sencillo el noruego para mejorar sus cifras. La presión va a ser mucho mayor en un equipo en reconstrucción del que se han ido, entre otros, dos delanteros del potencial de
Nicolas Jackson y
Samu Chukwueze. Muchos son los ejemplos que escenifican que fuera de la Real hace frío. Que se lo digan, por ejemplo, a
Adnan Januzaj, al que
Mendilibar le ha dejado sin gira con el Sevilla. No es oro todo lo que reluce.
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