Un debate centenario
Desde su fundación, en 1922, YPF abre un debate: ¿empresa profesional, ministerio paralelo o una mezcla de ambas?
Empresa nacional o ministerio paralelo: el eterno dilema de YPF", se preguntaba este cronista, en una columna publicada el 7 de enero de 2020. Todavía no se había cumplido un mes del cambio de gobierno y la mudanza de Alberto Fernández a la Quinta de Olivos presagiaba un cambio en la petrolera. Un cambio que no sería sólo de nombres sino también un giro hacia una dirección diferente a la que la empresa controlada por el Estado Nacional había tenido durante los cuatro años de Administración Macri. Un rumbo, a su vez, también distinto al que la compañía mostró en la era de Miguel Galuccio, CEO que personificó el período inmediato posterior a la expropiación.
Tras el fin de la magia, hubo cuatro años en los que Miguel Ángel Gutiérrez, ex número uno de JP Morgan y de Telefónica en el país, le puso su marca. Outsider, tanto a la empresa como a la industria petrolera, el mayor activo con el que llegó a la torre de Puerto Madero fue su pertenencia a otro mundo, igual de complejo: el de las finanzas. Doblemente clave, para una empresa como YPF, que cotiza en la Bolsa de Nueva York y que, además, acumulaba la deuda que había tomado para financiar sus inversiones posteriores a la estatización y necesitaba aliviar el peso de esa mochila.
Por su paso por Telefónica, Gutiérrez también tenía experiencia en procesos de transformación. Identificó en la transición energética algo similar a la revolución digital en la industria de las telecomunicaciones. "Trabajo en la YPF de los próximos 10 años", explicaba.
Pero, en el día a día, el core de YPF seguía siendo el petróleo. Y, en un mercado con libertad de precios, como se estableció en 2017, a Gutiérrez, titular de la empresa que vende seis de cada 10 litros de combustibles que se comercializan en el país, no le temblaba el pulso para ajustar valores en surtidor cada vez que sentía presión, sea por la inflación doméstica o la evolución del barril del petróleo en el mercado internacional.
"Hay un accionista, importante, que es el Estado. Pero también un 48% que cotiza en Bolsa. No podemos hacer cosas que perjudiquen a nuestros accionistas", justificaba ese "inconsulto" accionar, que más de una vez le significó roces con el Ministro de Energía, Juan José Aranguren, o alguno de los ojos e inteligencias de la Casa Rosada (sino todos).
Aquella columna recordaba este episodio. El texto, también, replanteaba un viejo debate en torno a YPF, que la signa, prácticamente, desde su nacimiento, del que hace una semana se cumplieron 100 años. "Definitivamente, no somos un apéndice del Gobierno, ni la extensión de un ministerio", definía Gutiérrez. Pero, en su libro "El petróleo argentino", Enrique Mosconi, fundador de la compañía, recordó que, cuando Marcelo T. de Alvear lo designó director general de YPF, buscó que, a partir de una empresa con presencia dominante, ya no fuera la invisible mano del mercado la que tomara definiciones en materia de industria energética, sino el férreo puño del Estado, "para tomar la dirección de nuestro mercado de consumo, llevando los precios a un nivel conveniente y equitativo para los intereses nacionales".
Prácticamente, un ministerio paralelo, con intervención directa en la actividad. Un brazo ejecutor de políticas energéticas y regulaciones de turno. Vaca sagrada del ideario nacional, así funcionó hasta su privatización, en los '90.
El debate sobre qué, y para qué, debe ser YPF revivió con fuerza después del 16 de abril de 2012, fecha de su expoliación a Repsol. Se reeditó en diciembre de 2019, cuando, por decisión presidencial, la empresa frenó un aumento de precios de sus naftas. Anticipo de lo que ocurrió desde entonces. La compañía -con conducción política (Pablo González) y ejecución profesional (Sergio Affronti)- supo transitar por el sinuoso camino de cornisa entre su crecimiento de producción, la fuerte recuperación del precio internacional -a niveles, de nuevo, en torno a los u$s 100 el barril- y las necesidades de la economía local, potenciadas por la pandemia.
"Continuaremos definiendo nuestra política de precios apuntando a reducir la distorsión relativa que existe con los valores internacionales de referencia", contestó Affronti hace un mes, en el call con inversores por los resultados del primer trimestre, en el que YPF ganó $ 26.417 millones, contra una pérdida de $ 2247 millones un año antes. "Y lo buscaremos considerando el delicado equilibrio que, has ahora, mantuvimos en nuestro sector doméstico y el impacto de nuestras decisiones en nuestros clientes y en su capaciada de pagar costos del combustible en el contexto macroeconómico local", respondió a una pregunta que, sistemáticamente, escucha cada tres meses desde hace dos años.