Imágenes captadas por satélites de observación de la Tierra para monitorizar cultivos utilizando "machine learning" con el objetivo de detectar anomalías como plagas y controlar el crecimiento en granado o campos de arroz; visión artificial para cultivo de cannabis con fines medicinales y tecnología blockchain para lograr la trazabilidad en el origen y en los procesos que intervienen en la producción, y facilitar que esta industria pueda desarrollarse con garantías; narices electrónicas para detección de compuestos orgánicos volátiles que se aplican en el aceite de oliva para distinguir variedades pero también para identificar plantas por su olor; drones aéreos y de tierra para tratamientos de fumigación; sondas y sensores para robotizar el movimiento del agua con un autómata que detecte cuando es necesario regar; placas de energía fotovoltaica también para controlar el riego en función del sol e incluso modelos matemático-computacionales para prevenir la expansión de enfermedades contagiosas como la plaga del almendro Xylella fastidiosa. La Inteligencia Artificial está modernizando el campo de Alicante, casi 104.000 hectáreas de las que dependen más de 120.000 familias que, con la aplicación de estas nuevas tecnologías, buscan sobre todo optimizar el riego ante la falta de agua, reducir gastos, y mejorar la propia producción ante la caída en el número de agricultores.
