La elección del nuevo TSJ
La elección de los “nuevos” magistrados del Tribunal Supremo de Justicia avanza bajo el manto de la falta de transparencia, en el intento de mostrar voluntad política para mejorar la actual situación del Poder Judicial. Pero parece difícil que esto pueda ocurrir, en vista de la politización del proceso. Estamos frente a una aparente renovación […]
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La elección de los “nuevos” magistrados del Tribunal Supremo de Justicia avanza bajo el manto de la falta de transparencia, en el intento de mostrar voluntad política para mejorar la actual situación del Poder Judicial. Pero parece difícil que esto pueda ocurrir, en vista de la politización del proceso. Estamos frente a una aparente renovación con la que pretenden enviar el mensaje a la comunidad internacional de que se está mejorando el sistema de administración de justicia.
Hay que señalar que la “renovación” del TSJ tiene su origen en la inconstitucional Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, que omitió sin vacilar la consulta ciudadana y el informe sobre la incidencia económica y presupuestaria sobre la materia judicial. Lo que se busca, en realidad, es repotenciar el reparto político a mansalva de la judicatura, y, de esa manera, violar los artículos 62, 70, 264, 265 y 270 de la Constitución, al dejar de lado la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos
En efecto, el Comité de Postulaciones fue secuestrado por 11 miembros de la Asamblea Nacional y, apenas, 10 miembros son de la sociedad civil, pese al claro mandato del artículo 264 de la Constitución. Por si fuera poco, los supuestos representantes de la sociedad civil son figuras ligadas al chavismo, como ocurre con el sacerdote Carlos Bouilly, rector de la Universidad Católica Santa Rosa (UCSAR).
La participación del rector de la UCSAR merece un comentario adicional. Esta universidad otorgó el título de “doctor” a varios miembros del actual Tribunal Supremo de Justicia: Marco Antonio Medina Salas, Marjorie Calderón, Jesús Jiménez Alfonzo, Francia Coello, Juan Ibarra, Indira Alfonzo, Inocencio Figueroa, Juan José Mendoza, Iván Darío Bastardo y Maikel Moreno han recibido sus flamantes doctorados. Vale la pena conocer las tesis doctorales que presentaron para aclarar si corresponden o no a la modalidad de los desprestigiados doctorados “exprés”. En todo caso, el padre Carlos Bouilly no es imparcial y no ha debido ser incluido en el Comité de Postulaciones. Su presencia le resta credibilidad al proceso. Y debe inhibirse en relación con los magistrados que recibieron sus distinciones académicas.
Por otra parte, y para evitar burlar el mandato del mencionado artículo 264 de la Constitución, ninguno de los magistrados que se han postulado para repetir, pueden ser nombrados para un nuevo período de 12 años; a lo sumo podría ser para completar el período para el cual fueron electos. Los magistrados “exprés” designados el año 2015 deben ser excluidos, si de lo que se trata es de enviar un mensaje a la Corte Penal Internacional, en el pretendido intento de proyectar una nueva imagen. Estos magistrados “exprés” son un pesado fardo para la credibilidad de la justicia.
Asimismo, debe conocerse el trasfondo del reparto político que hay detrás del proceso de selección de magistrados. Es fácil advertir que los “opositores” cercanos al gobierno tendrán su (pequeña) cuota, lo que a fin de cuentas no representa un balance en la configuración del “nuevo” TSJ. Incluso, se habla de nepotismo al favorecerse a familiares (hermanos) cercanos a estos dirigentes políticos.
Solo habrá una mejora de la crisis judicial cuando tengamos un TSJ con dignidad para declarar la nulidad absoluta de aquellas sentencias dictadas para favorecer al poder chavista contra opositores. El juicio del diputado y vicepresidente del PSUV Diosdado Cabello contra El Nacional es uno de ellos.
Los optimistas han sostenido que el nuevo TSJ será algo mejor que el que tenemos. Que podría configurarse un esquema parecido al que ocurrió en el Consejo Nacional Electoral. Aquí asumimos la postura pesimista, porque “todo es perfectamente empeorable”. Ojalá estemos equivocados.
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