En las sombras del mediodía de verano, cuando arden los propósitos del frescor, y casi se huelen las llamas de las hogueras con los cuerpos terribles, Juan Pardo de Tavera se desliza en el lado de penumbra como un lagarto para no escuchar los gemidos de aquellos que lo miran sin disculpa, para no deshacerse al sol como ceniza que era el ansia robada de vivir. Jardines de la casa del Labrador. Aranjuez. RICARDO MARTÍN GARCÍA Apenas queda la elegancia para saber cuándo ausentarse. Esa armoniosa decadencia te enseñará cómo volverte sin herir. Читать дальше...