Ese par de Ramones
Siempre que atravieso la plaza de Santa Ana, esquivo la estatura de Federico García Lorca (y a varios enjambres de turistas) y luego cruzo la angosta calle Príncipe para entrar al Teatro Español, tengo la sensación de estar inmerso en una burbuja de otro tiempo. Llámenme cursi, pero si además la obra que voy a ver se trata acerca de algún acontecimiento o personaje histórico, mi viaje al pasado es total (y sin ayuda de ninguna sustancia prohibida, aclaro). La otra tarde, por ejemplo, atestigüé la... Читать дальше...