Los lances suaves, detenidos, retenidos, ajustados, prendidos a la embestida de un Cuvillo que salía del envite sin entrega, no la tuvo de inicio, fue lo primero que hizo José Tomás. Después de recoger una ovación en la que bien se podía caer la plaza, asegurados sus cimientos, ver a José Tomás salir a escena es como recuperar una parte del pasado, incluso una parte de la memoria propia de todos aquellos lugares, que ya son comunes, compartidos. Espigado, de azul pavo y oro y con el mechón blanco cada vez más extendido sobre su cabeza. Читать дальше...