Vive Latino 20: el "homo ludens"
Cuando de rock en español se trata es difícil escapar a la imagen de jóvenes atrapados en un halo de juego, de diversión, de creatividad. Pasados los años de la imitación, del cóver sin matices, una generación decidió evolucionar junto con los pioneros británicos y gringos para dejar atrás el rocanrol y los años de la adaptación simétrica, del traslado idéntico salvo la lengua.
Borges decía que más que otros de su especie, Oscar Wilde era un homo ludens que jugaba con todos los géneros. Es una apreciación que se ajusta a los fundadores del rock en español o, como rezaba la leyenda de los años 80, “en tu idioma”. Sin olvidar el culto a sus padres musicales, abrieron una nueva ruta con incontables senderos en cuyas letras cundían la diversión, el atrevimiento y la alegría.
Cuando me presentaron al guitarrista Javier Bátiz le expresé, en señal de reverencia, el gusto de conocer en persona al maestro de Carlos Santana, a lo que respondió: “De él, de Alejandro Lora y de dos o tres güeyes que ya ni se acuerdan”. Javier, Carlos y Alex figuran en el cartel del 20 aniversario del Vive Latino, pero ellos son de una generación anterior al rock en tu idioma, pertenecen a la corte fundacional, la de Woodstock y Avándaro, donde todo comenzó.
Si en lengua inglesa el hard rock dio paso al heavy metal a finales de los 70, la explosión en español borró las fronteras en la siguiente década con ritmos, temas, instrumentos y nacionalidades de tal variedad que construyeron una identidad, basada en su idioma, que hoy es parte fundamental de la cultura de un subcontinente o, más aún, de la Gran Patria Iberoamericana.
El Tri de Lora cantaba historias que reflejaban los avatares de los chilangos pobres y desmadrosos, de los chavos de onda, con alguna dosis de crítica social, como su rola sobre la tragedia de San Juanico, y rendía culto al sexo, la droga y el alcohol, fuera en un llano de la Magdalena Contreras, fuera en el auditorio Che Guevara de la UNAM, fuera en el penal de Santa Martha.
Santana ya era una figura internacional cuando volvió a México para dar un concierto en León en el que llevó de teloneros a Ritmo Peligroso, creo que aún se llamaba Dangerous Rhythm, y a Kenny y los Eléctricos, en 1988. El de Autlán traía la etiqueta de héroe de la guitarra desde el escaparate de Woodstock, pero la industria le hizo justicia hasta finales de los 90, cuando su álbum Supernatural arrasó en los Grammy.
Asoman en el Vive 20 otros hijos de las leyendas, como Caifanes con su atropellada historia y Enrique Bunbury, formidable cantante español que jamás ha logrado como solista la grandeza ni la calidad ni la originalidad que tuvo con Héroes del Silencio. De los argentinos se echa de menos en el cartel, por razones conocidas, al desaparecido Gustavo Cerati, legendario líder de Soda Stereo, y Rata Blanca con su poderoso metal. Pero para los nostálgicos vienen Miguel Mateos, Fobia, Café Tacvba, El Gran Silencio y Santa Sabina XXX.
@acvilleda