México: pobre pero cursi
Hay ya un ganador en la 4T: lo cursi. Chapoteamos, desde hace meses, en un clima marcado por una cursilería que se manifiesta en muchos ámbitos, pero sobre todo en cualquier intervención que tenga que ver con la pobreza. ¿Lo han notado? De pronto, a una buena cantidad de líderes de opinión le brotaron madres, padres, abuelitas pobres. La miseria, que desde luego no debería ser jamás motivo de vergüenza, se ha convertido en lo opuesto: una bandera, un paradójico certificado de sangre azul.
¿Dónde se origina esta tendencia? En parte, en tics culturales muy arraigados: de Pedro Infante, a la India María, a las telenovelas, nos hemos acostumbrado a entender la pobreza como virtud. Pero, hoy, la tendencia viene sobre todo de las élites políticas. De lo verbal, por supuesto: lo del “pueblo bueno”. Y, a remolque, de lo simbólico: Claudia Sheinbaum recogiendo basura, en plan el Che en la zafra.
Es una muy mala señal. El culto a la miseria, que efectivamente es un síntoma del populismo, es veneno puro. Lo es porque implica un mensaje de odio: si la pobreza es virtud, su reverso, la prosperidad, lo fifí, es el vicio. Y lo es porque se refleja en los planes de gobierno. El dispendio obsceno de Texcoco, la cortedad de miras de las refinerías, el disparate de quitarle dinero al turismo, que tanto deja, para inyectarlo en el monumento a Kafka que es el Tren Maya, o matar a la Fórmula Uno, son señales de que predomina una idea pequeñita, anticuada y malechota de país. La 4T o lo chafa.
¿Se trata justamente de eso, de prolongar la pobreza: de populismo? Porque el populismo es perpetuar la miseria y malnutrirla con despensas y educación ideologizada, como medio de conservación del poder. Ojalá que no. Que se trate solo de una visión errada —corregible— de las cosas.
Pero no seamos derrotistas. Esta visión del mundo trae una ventaja incorporada. Puesto que aparentemente lo de “Sufragio efectivo, no reelección” va a ser obsoleto, podemos oficializar otro lema: “México: pobre pero cursi”.
***
Otro ganador de la 4T: el nacionalismo, una palabra que vuelve a cargarse de virtud. Bueno, pues no: el nacionalismo es otro veneno, otra forma del odio. Aprendamos un poquito del siglo XX, por Dios.